13 jun 2006

Peligro



Aquí estuvo una historia que ya no está  bien que el mundo sepa, pero para trofeo del involucrado: 

Quedó una buena historia. 

 

6 jun 2006

"El"

Debo aclarar que este post  debió haberse publicado justo en el momento en que decidí abrir este espacio. No sucedió así porque carecía de la posibilidad y ánimo de compartir lo que ahora después de un año y medio puedo hacer con entereza.
Gracias pues a los actores que han dado con la voluntad de su compañía el tiempo y la posibilidad de aclarar y saber que las cosas pasan... Gracias a mis amig@s y a quienes han sido compañeros de amor y piel... Ahora sí... ahí va:


Giró despacio, a la derecha. Él estaba sentado en el filo de de la hora, impaciente se reclinó sobre sus rodillas.

Ella estaba de frente y apresurada, corrió para alcanzarle en la estación. No pensaba en quién estuviera ahí, ni siquiera en si había alguien en quien él pensara para que lo despidiera. Esperaba solo.

-“A dónde la llevamos señorita…”. Apenas pudo responder con la sofocada voz, y los ojos se le clavaron por el retrovisor. El taxista no hizo mucho caso de su inquieta presencia, cerró la puerta y echó a andar…

El auto viró y se estacionó a tres carriles de la banqueta. Tomó sus pasos apresurados e inició la travesía por los pasillos y salas de espera de la central de autobuses, aún era de noche.

Saltó del auto lo más pronto que pudo, tal vez por eso y ya con menos prisa, fue que se percató del dolor en su tobillo mitigado por darse cuenta: -El invierno aquí es benévolo. ¡Dona en París debe estar cagándose de frío!- . Se pasó toda la noche cuidando el salvapantallas, buscando información para Laura. A pesar del desvelo hoy sentía menos helado el cuerpo que la noche en que se despidió de él.

Dejó por un momento la idea de porqué dos horas de sueño no bastaban para sentirse mejor, pensó en pocas cosas después de eso, estaba cansada y con el cabello húmedo. Recorrió todas las salas menos la uno: “Por qué nunca empiezo por el principio?”

Sintió que no lo encontraría, pero era vital. No podía dejar la oportunidad de hacerlo. Era su pago por por una despedida en el aeropuerto cinco años atrás.

Pocas cosas restarían por pagar desde ese momento, tal vez una ampliadora fotográfica, con la que pagaron su tratamiento contra el papiloma; un "combo" para su computadora por todos los discos que le regaló, y algún obsequio simbólico por cumpleaños atrasados.

Después de gritarle al pobre hombre del mostrador en la taquilla entró a la sala buscando. Su gran impaciencia se quedo quieta, fue él quien la encontró y la tomó del brazo sorprendido por su presencia.

No había mucho qué decir. Se conocían bastante, bien y mal. No pudieron hacer palabras que quisieran en realidad pronunciarse. El desencanto y el dolor vivían en medio de los dos. Tomaron un momento para fumar afuera, ya casi era hora y no lo quería dejar partir.

Ella intuía que si él lograba sentir el dolor que le generaban todas las cosas que le hacían sentir mal de él,de ella, de ambos, no lo permitiría porque la amaba... Haría algo, lo que fuera, y además así, con el dolor sentido “saldarían sus deudas”. El horror.

¡Fue eso!, justo eso la mantuvo tanto tiempo ahí “la posibilidad”, cualquiera, la que fuera; pensar , recapacitar, pensar, tomar decisiones, hacer algo nuevo. Sí, siempre se puede ser alguien nuevo… pero no para él: "Siempre hay algo esencial que no cambia". Para ella nunca fue así, lo único constante era el cambio, "renovarse o morir" -decía- ."Lo triste es que hay quien prefiere ya no digas morir, mujer, ¡piensa!: ¡no quiere vivir!". -le dijo Andrea-.

Meses atrás, - recordaba- hablaron toda la tarde en su café favorito, donde Toño –el mesero- le regalo una dotación doble de galletas de café. No pudo evitar la molestia de sus comentarios acerca de las atenciones del chico.

No era raro, hacía tiempo que cuando alguien se acercaba era digno momento para hacer menciones absurdas. Como la madrugada en el café de Bellas Artes, cena-miradas "a corta guadajo"  y los argentinos del fondo:

-Buenas noches señorita. Que duerma usted muy bien...
-Gracias, buenas noches.
-¿Los conoces?
-No, nunca los había visto...

Y la noche en la casa de Ivan, cuando la vio bailando con Omar y todo fue en picada...

Laura le decía siempre: "Lo que pasó esa noche es que no pudo soportar darse cuenta de que eres capaz de mantener lazos eróticos con cualquier persona sin que esto sea sexual propiamente". Y era verdad, en cinco años no hubo más piel y sexo que los de él... hasta la madrugada de "ojos azules".

Alejandrina decía que era prisionera, que lo de Pablo fue una venganza; que no sólo él podía acostarse con otras personas y que era su forma de hacérselo saber a sí misma. Necesitaba darse permiso de estar y sentir con alguien más.

La diferencia es que ella nunca dijo nada, ¿y para qué? De cualquier forma, él ya desconfiaba de todo lo que hiciera. Luego la voz de la madre: "Es más fácil afirmar una desconfianza que defraudar una confianza".

Él, por su parte, le comento su caso personal "porque no quería que se enterara por otras personas". Eso la mató, colocándola directamente frente a la mirada azul de Pablo. Jamás habló de ello ... Pero de Theo sí, porque fue diferente. Se enamoró.

La ansiedad lo tomó por sorpresa y la sacó de sus recuerdos...
-“¡Ya es hora!” Después de la última bocanada, apagaron el cigarrillo y caminaron dentro…

-“Bueno…pues… ya me tengo que ir…”-Estaba temblando y ella impávida, como expectante…

Dejó pasar un momento y lo abrazó oliendo su cabello. Nunca se sabe cuándo vuelvas a ver a alguien cuando se despide. Lo tenía muy claro, a Gabriel lo vio irse una noche caminando, y no lo volvió a ver vivo, sólo en sueños.

La alejó de un sólo golpe y enfiló a la entrada de los andenes. Esperó detrás de dos personas hasta lograr su turno. Ella se quedó parada, con la carpeta rosa abrazada a su pecho. No podía llorar, sólo pensaba en la maravillosa escena de verle partir, por fin era libre de todo, hasta de sí mismo, tal como siempre lo quiso ver...

-“Me odia más de lo que pudo enterarse, no se da cuenta de nada”. Sólo así podía entender que todo esto hubiera sucedido.

12:45 Quiero estar contigo. Debemos intentarlo.
12:46 No lo sé. Sí.
12:48 Ya no sé  qué es lo que quiero, esto es demasiado, no sé,  sé que soy  un cobarde pero no puedo, no sé qué  quiero. 

Ella rompió en llanto del otro lado del ordenador...

Muchos años de tristeza y desamor corrieron por las venas de ambos. Jamás pudieron entender que eran diferentes, y que eso estaba bien, que era justo la diferencia lo que los había hecho amarse. Él quería un espejo... Ella buscaba un resguardo para sí, para ambos. Montó las casas, quería poder pensar lejos del ruido de la gente, también un espacio para crecer con él, para dársele todas las noches y hacer que el tiempo no pasara, hasta que llegara el sol.

Pero el desamor, la intranquilidad, la desesperanza, todo hecho angustia, la llevaron a vivir en rituales extraños donde él siempre era el fantasma que había que exorcizar... Aprendió a vivir en el presente esquizofrénico de quien espera, sólo hasta la próxima vez...

-“El amor no es posesión” Dijo a mi lado, aferrada a su carpeta rosa, mientras la única luz de esa parte de la sala le daba en cenit.

El que se marchaba abordó, llevándose una mirada a la espalda. Ella se congeló por un momento, no cerró los ojos era imposible perder detalle. Estaba dejándose ir en su maleta de viaje. A eso fue, a que él se llevara lo que ella había sido para él.

Al subir las escaleras del autobús volteó y le sonrió maravillosamente, ella ya no pudo dejar de hacerlo, se sonrió con él para el resto de su vida, pero era la última vez que lo haría.

Estaba ahí para eso, para verlo irse, para dejarlo ir. No intentó detenerlo nunca, desde el principio, nunca. Por el contrario a ella la dejó ir con su amor empacado tres años atrás. Eso lo sabían ambos...

In memoriam:

¡Sí!

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