7 nov 2007

A la orilla del agua


Jadea, y de a poco la respiración se eleva, no escucha más que a su corazón. Luego una gota de sudor recorre la frente, mientras la mano derecha casi rasga la sábana. Su quejido es ahora la señal de que algo está doliendo, pero no puede parar...


-¡Corre!

-¡Hijos de su puta madre! ¡Dónde se metieron!

Sube y sigue subiendo. Sus pasos lo llevaron hasta el campanario, no espera a nadie.

- ¡Sáltate cabrón! ¡Salta que aquí'stan ya!

Quiso que fuera como su compañera decía: -"Tú puedes controlar el vuelo, sólo salta". Eso, o al menos que el campanario estuviera menos lejos de la tierra, porque él no es un ángel.

-Dejó de esperar y se arrojó de más de cuatro metros porque el primero se arrastró lo más que pudo por la pared esperando que no le dispararan. Después, como una araña, dio un reparo que lo arrojó a tres pasos del ángulo que hacen la pared y el suelo. Apenas pudo levantarse después de tragar el polvo en el que nunca se convertirá.

Siguió corriendo por el campo sin labrar, madreándose los tobillos por pisar surcos endurecidos. Hacía frío, hace poco amaneció. De atrás retumban sobre su nuca dos golpes, era un tanque de gas explotado como bomba.

-¡Córrele cabrón!

Su cámara despierta. Un ojo capta sobre la tierra un par de botas muy usadas que se desbalancean al contacto con el suelo, lo que se escucha es una nariz destapada, que está a punto de estallar por el aire que entra. El aire duele cuando respiras por necesidad.

Después de la tercer detonación se tira al suelo, y deja de sentir los pies que venían detrás de él. A Miguel le dio un ataque de nervios, de miedo, de rabia, y se quedó sentado cuando se dio cuenta de que hacía muchos metros los habían dejado de perseguir .

A nadie le gusta mirar ni por el rabillo del ojo a la muerte...

-¡Menos de frente cabrón! ¡Déjame descansar güey! ¡Siento que me muero! ¡Me'ntra el pinche aire hasta el cerebro!

Fue lo último que dijo antes de echarse a reír, y luego a llorar, y así de la risa al llanto y del llanto a la risa, encorvando la espalda y levantándose otra vez...

La segunda gota de sudor está por caer. En la parte interna del oído medio la estalactita se romperá para despertarlo.

-¡No es sangre!

Armando no ha podido dormir en semanas. Siempre son las voces, las detonaciones y lo que llegó después... El horror, los gritos, la podredumbre.

Desde entonces, siempre en su cabeza, cada noche todo es aire. No hay nada fuera. Nadie dirá nada porque en éste lugar sólo se orilla el agua...



1 comentarios:

@rosefem1 dijo...

de Carlos pollito
para Rosa Salazar
fecha 2 de mayo de 2008 22:27
asunto Re: En la orilla del agua

"que intensa te estas poniendo con estos correos nena,
me espantas, pero me habla de una madurez
incalculable, gracias por compartirlos con tu humilda
servidora...

besos, ponte buza ya viene el dia de la mamasota"

¡Sí!

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