12 nov 2008

Dejo de lado en cansancio, ese que me llega después de hacer frente a todos los resultados de la constante y fría presencia de un cuerpo sin cuerpo, ese que se teje poco a poco con la baba de una mandíbula que articula mecánicamente desde el lodazal. La estructura se hace para dar forma, para contener.

Hecha del calcio ajeno, se regocija de la nada, de quienes no tienen nada, de quienes nada tendrán porque no saben que algo merecen. Los y las ha hecho creer que nada son, y en nada se convierten porque no son nadie, impregna sus cuerpos hasta destruirlos.

Es un "bicho raro", ni mariposa, ni abeja, es un parásito elegante; se viste de blanquiazul, de tres colores que son de la tierra que robó, y de amarillo y negro pinta su traición que no dice; al resto sólo hay que dar por partes tal vez desiguales la ganancia del miedo, del hambre, de la herida.

Luego, cuando los cuerpos no han sido totalmente muertos, los toma para masacrarlos lentamente.

Juan:¡Sh! ¡Calla! "Como matas morirás"*...
Lucrecia: ¡Qué pena!*
Ana:¡Qué confusión!*


Dentro de poco, en la noche de luna llena todos serán "oídos contra la pared..."

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*En: Las Paredes Oyen, de Juan Ruiz de Alarcón


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"Yo veo al futuro repetir el pasado, veo un museo de grandes novedades y el tiempo no para, no para..." B.V.

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